Según cuenta Erika Alvarez, directora del Centro Tecnológico Territorio Mayor, en Temuco existen ocho humedales urbanos, mientras que en Padre Las Casas hay solo cuatro, pero con distintos grados de deterioro. “En esta comuna, los que existen se han rellenado. Para muchos son un lugar donde ir a tirar la basura”, agrega la especialista.
Esto ocurre porque la mayoría de las personas asocia los humedales con un área extensa de vegetación, donde conviven anfibios, aves y reptiles. Pero esa imagen, aclara la investigadora de la Universidad Mayor sede Temuco, corresponde a humedales altamente conservados o con características diferentes a los de estas ciudades.
La primera función de estos ecosistemas, añade la profesional, es la regulación y producción de elementos básicos, como el agua, y la contención de sedimentos. “Algunos tienden a tener vegetación, por eso no en todos los humedales podremos observar aves, algunos solo tienen reptiles y anfibios”.
Esto ocurre porque algunos están más intervenidos que otros. “En la ciudad las personas se encuentran con estas áreas pantanosas y pequeñas, diferentes a Monkul, por ejemplo. La lógica, entonces, es ir a tirar basura o rellenar esos espacios porque es agua estancada o sucia”, sostiene la experta.
Pero, ¿por qué existen estas diferencias entre unos y otros?
La respuesta se relaciona con los humedales consolidados, es decir, aquellos que cuentan con una historia geológica en la que han tenido un proceso de enriquecimiento de nutrientes, pasando de una vegetación herbácea a una arbórea y arbustiva.
“Es un proceso largo. Tanto así que en edad humana no alcanzamos a ver esa evolución completa. Hay muchos humedales en las ciudades que están recién en la primera etapa de formación, sin esa consolidación de flora y fauna. Por lo que, si la gente no los valora desde que se comienzan a formar, seguiremos asociándolos con agua estancada que tenemos que rellenar”, señala Alvarez.
Un recorrido por la ciudad
En Temuco el humedal más importante para la población y para el recuerdo de aguas lluvia es el denominado Vegas de Chivilcan. Porque, “ese sistema es el que regula las aguas de los canales Gibbs y Gabriela Mistral y del estero Botrolhue, principal colector de aguas lluvia de Temuco”, aclara la directora de Territorio Mayor.
Las características de este humedal corresponden a una llanura aluvial extensa, que en la parte más cercana a la ciudad está muy degradado, pero que hacia el norte cuenta con vegetación desarrollada en altura.
En ese lugar viven anfibios, como el sapito de cuatro ojos, y se pueden avistar garzas y patos jergones que llegan al sitio en época de anidación.
“Hacia Pedro de Valdivia quedan algunos anfibios y rastros de camarón, y uno que otro pez, pero el nivel de destrucción es alto, lo que no significa que no pueda ser recuperado. Eso permitiría tener un parque al lado de la ciudad, más en tiempos de Covid-19, donde la gente quiere estar más cerca de la naturaleza”, dice Alvarez.
Un ejemplo que sirve para entender la conservación de un humedal es el Complejo Deportivo Labranza, asociado a uso urbano sin destrucción del ecosistema. En él es posible observar insectos, anfibios y, si el silencio lo permite, algunas aves.
Por otra parte, el humedal mejor conservado de Padre Las Casas se asocia a un curso de agua variada permitiendo que no solo crezca una especie de vegetación. Incluso hoy se pueden encontrar plantas medicinales y, además, siguen llegando aves en época de anidación. Lamentablemente, mascotas abandonadas (jaurías) y la caza ilegal se han transformado en un problema.
“En el área urbana se piensa en los humedales como un terreno no productivo y como no es productivo hay que arrasar con todo lo que tiene para que se pueda cultivar. Pero, la mayoría no sabe que el 30% del CO2 que se fija es producto de los humedales; fija más CO2 que nuestros bosques. Son un elemento clave para la lucha contra el calentamiento global y detener el cambio climático”, concluye la especialista.