Una interesante reflexión es la que planteó Fernando Oyarce, investigador y coordinador académico del magister en Gestión del Patrimonio y Turismo Sostenible de la Universidad Autónoma de Chile, sobre el cierre temporal del Parque Nacional Conguillio, el cual se vio atestado de visitantes el pasado fin de semana.
Según explicó el académico esta relación entre «parques y turismo muchas veces resulta antagónica y conflictiva», sobre todo cuando se tiene en cuenta que estos espacios tienen una vocación eminentemente orientada a la conservación y preservación. Este fenómeno particular revela la compleja relación entre turismo y espacios protegidos conceptos altamente dinámicos y cambiantes, pero a la vez fuertemente convergentes que ponen en el centro de la discusión la revalorización social y económica del medio ambiente.
Para el investigador «el turismo dejó de ser una experiencia privilegiada y pasó a transformarse en un fenómeno de masas que aumentó significativamente los flujos y demandas por servicios turísticos. Esta reconversión en términos de facilidades para acceder y consumir experiencias turísticas, junto con la falta de estrategias de planificación territorial adecuadas, ha generado numerosos problemas socio ambientales que nos desafían a buscar soluciones que reflejen un uso sostenible de nuestros recursos paisajísticos y naturales».
Turismo sostenible
Oyarce explicó que este uso sostenible de los recursos naturales despierta un interés no solo por el hecho de poder vivir una experiencia turística fruto de una ordenada planificación territorial, sino porque además se constituye en un factor endógeno potenciador del desarrollo territorial.
«Este enfoque de desarrollo implica superar la visión netamente economicista asociada a proyectos turísticos, y si bien propone impulsar procesos de crecimiento económico, pone especial foco en el bienestar social de la comunidad local comprometida, en su espacio y recursos territoriales. Hablamos entonces del aumento sostenido de la producción de bienes y servicios asociados a las actividades turísticas en armonía con los otros elementos que conforman el sistema territorial. Esto es transitar del turismo de masas a un turismo sostenible», apuntó.
Actualmente el Parque Nacional Conguillio se encuentra en esta disyuntiva, tras ser considerado por National Geographic entre los diez más hermosos del planeta por sus atractivos ecosistemas de alta diversidad.
«Este hecho ha traído consigo una importante dinamización del turismo en las zonas aledañas en donde se desarrollan múltiples proyectos asociados a equipamientos como cabañas, hoteles, restaurantes, y actividades de turismo aventura como rafting, canopy y caminatas, entre otras. Ahora bien, ¿quién y cómo se regulan dichas ofertas turísticas? El colapso de visitantes en el parque deja entrever la necesaria carencia de criterios asociados a planificación y ordenamiento territorial con indicadores de sostenibilidad».
Para el licenciado en Turismo la protección de estos espacios naturales y desarrollo turístico debe ser planificado de forma colaborativa, donde se incorporen las expectativas del progreso socioeconómico de las comunidades rurales.
“La formulación de una estrategia de planificación territorial aplicada a las áreas silvestres protegidas del Estado y su entorno de influencia sería un instrumento eficaz que respondería a una lógica del desarrollo turístico sostenible, el que estaría orientado a disminuir las asimetrías de información, mejorar la competitividad y acelerar el emprendimiento en función de las expectativas de la comunidad local. Crear un innovador instrumento de planificación estratégica que definiría a modo de clúster los diversos productos, servicios, circuitos y rutas – tanto existentes como posibles – de modo de integrarlos y vincularlos al desarrollo local en base a un riguroso análisis de su capacidad de carga. Debemos imbricar la relación turismo-planificación bajo un paradigma de desarrollo donde la naturaleza y las personas no dejen de ser los protagonistas».